lunes, 28 de marzo de 2016

Hoy os quiero contar sobre el perfeccionismo

Al finalizar las clases solíamos adentrarnos en la arboleda de cipreses que lindaba con nuestro colegio, nuestro interés por la naturaleza y aquel entorno aislado donde la fantasía marcaba nuestras prioridades, hacían de aquel pequeño grupo de árboles se convirtiera en nuestro "pequeño universo". Conocíamos cada uno de aquellos árboles imperfectamente alineados y las especies de pájaros que en él habitaban. Recuerdo especialmente mi admiración por aquellos nidos tan perfectamente construidos, mi admiración por aquellos pequeños chamarines que eran capaces de combinar los distintos materiales realizando un trabajo merecedor de una mención honorífica, si más motivación que la propia supervivencia de la especie y sin más sabiduría que el propio ADN, sin más formación que el propio aprendizaje. Cada especie de pájaros realiza el nido de una determinada forma, con una huella de identidad determinada, sin antes haber visto realizar ninguno y en cambio un nido de chamarines es prácticamente igual en Lérida que en Cádiz, curioso, no???.
Esta admiración por la perfección, por el interés en considerar un trabajo finalizado cuando realmente lo está, en superponer la perfección al coste y al tiempo, esa fijación por hacer las cosas lo mejor posible, me ha llevado en admirar a ese colectivo de personas denominadas perfeccionistas y a veces menos eficientes. En este mundo tan poblado hay mucha gente realmente admirable, capaces de realizar obras y trabajos impresionantes, de hecho no paramos de sorprendernos día tras día al descubrir personas realmente excepcionales.
Hoy sin embargo quiero pararme en un hecho que me sorprende del trabajo de todos estos maestros de la perfección y de sus resultados individualmente excelentes y grupalmente nefastos. En mis paseos por la zona próxima al Aeropuerto de Barcelona pude observar durante años la transformación del entorno al construir la nueva pista, y mi admiración por el talento me llevaba a admirar el resultado del trabajo de muchísima gente que hacen posible el intenso tráfico aéreo, desde la fabricación y puesta a punto de los aviones, pistas, iluminación y la construcción de todas y cada una de las instalaciones. Recuerdo cuando vi levantar la torre de control de la nueva pista, una obra de arte inmensa, donde seguramente un gran número de "excelentes profesionales" han contribuido a su construcción. Un diseño admirable, formas redondeadas perfectamente alineadas, la alineación de cada una de las piezas. Estoy convencido que aquellos obreros que levantaban la torre median y controlaban cada pequeño detalle para conseguir cumplir con los planos, mantener los ángulos, los niveles, las formas e inclusos los colores del diseño. Seguro que los cristales fueron adheridos con la máxima profesionalidad y fabricados con materiales perfectamente estudiados para soportar las rachas de viento y la salinidad generada por la proximidad al mar. No tengo duda de que cientos de profesionales velaron por realizar su trabajo para alcanzar la excelencia en aquella torre de control. Y sin duda lo consiguieron, el ingeniero hizo unos planos excelentes, el constructor realizo la obra perfectamente, el cristalero culminó con éxito el trabajo encomendado, las instalaciones, escalera, aislantes, todo rozó la perfección, al igual que el edificio contiguo donde se ubican todas las terminales del aeropuerto y transitan miles de personas diariamente.
Todos los trabajos se realizaron de forma individual de forma excelente, sin embargo la torre no llegó a inaugurarse, está cerrada y se tuvo que construir otra, de peor diseño y de forma precipitada, el edificio contiguo impide visualizar la pista desde la torre, sorprendente, pero cierto.

Una construcción impactante realizada por excelentes profesionales y nadie se percató que desde la torre de control no se podía visualizar la pista de aterrizaje.

Simplemente se perdió el foco, se perdió la visión global, cada profesional se ocupó de su parcela y ninguno de ello veló por el sentido de la obra que construían. Lo peor es que cada uno de ellos está satisfecho con el trabajo realizado, no se sienten culpables, no fue culpa suya.
Seguramente se puede valorar económicamente el impacto, pero y en unidad de satisfacción personal, ¿seriamos capaces de valorarlo?

Quizás si viviéramos en una sociedad donde no fuera necesario justificarnos de forma individual, cada uno admitiríamos que hemos construido una verdadera chapuza, entre todos.
Quizás algún día dejemos de valorar lo que hacemos individualmente y nos enorgullezcamos de lo hemos realizado de forma grupal.
Ese día, claro está, nos sentiremos mal, porque continuamente nos sentimos avergonzados de todo lo que vemos que hacen los demás y que además no entendemos;
guerras, insolidaridad, delitos, injusticias, odio, estafas, mentiras,  son algunos ejemplos, sin embargo cualquier acción realizada por los humanos es una acción realizada por nosotros, nos guste o no.

1 comentario:

  1. Hace unos días compartí en FB unas palabras de Maria Montessori que criticaban la educación competitiva frente a la cooperativa y creo que ahí está el origen de todos nuestros males como sociedad...

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