lunes, 4 de abril de 2016

hoy os quiero contar algo diferente.

De repente todo se detuvo, todo mi alrededor era increíblemente inexplicable, nunca había visto el mar pararse como aquella mañana, el viento desaparecido, quizás el tiempo se paró o quizás no, pero la calma de aquel momento se introdujo en mi interior, se apoderó de mi, pude escuchar el silencio. Mirara donde mirara únicamente había paz, tranquilidad, el mundo se había parado y yo con él, disfrutando de aquel momento, desaparecido, inhibido y mentalmente abstraído por aquel entorno. Podía ver, oler y sentir la paz mientras que el silencio ganaba espacio y se hacia cada vez más presente, el ruido del silencio es inolvidable.

Añoro ese ruido de vez en cuando, y trato de recordarlo cerrando los ojos y apoyando mi espalda sobre el muro mientras camino, sobre ese muro que no voy a escalar, prefiero intentar escuchar el silencio consciente que mientras avanzo me alejo y cuando me detengo me retraso.

Sueño con que los muros desaparezcan y que el tiempo se detenga, poder saborear la calma, ver desaparecer el viento, embobarme contemplando indefinidamente el ruido del silencio mientras me quedo quieto observando como la deriva me desplaza a mi destino.

La acción, solo tiene sentido si te conduce a llegar a ti, a la esencia de tu ser.

Si no es así, es mejor detenerse, analizar, descansar y esperar que venga hacia ti, que se acerque lo suficiente para sentir, para oler su presencia, poder trazar de nuevo el camino que te conduce hasta allí, a ese lugar donde se tocan los sentimientos, se ve la felicidad y se oye el silencio.










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