domingo, 31 de enero de 2016

Hoy os quiero contar presente o futuro que más da

Se acabó Enero y comenzará un nuevo mes, seguramente habréis comenzado el año con nuevos proyectos, nuevas intenciones de mejorar vuestro día a día. Si es así, bienvenidos a este post.

Hoy os habréis dado cuenta que ha pasado un mes y podréis hacer un balance de como van vuestros buenos "propósitos".

Yo solía aprovechar especialmente el día de mi cumpleaños para comenzar a mentalizarme de todo aquello que emprendería al finalizar el año, de esta forma iba consolidando mis deseos, valorando los pros y los contras antes de embarcarme en una nueva empresa.

Si hoy es tu cumpleaños, felicidades, has tenido la gran suerte de valorar, de pensar un ratito sobre ti, estoy casi seguro de ello, casi seguro que has aprovechado el día de tu cumpleaños para pensar en aquellas cosas que te gustan especialmente, para compartir tu tiempo con las personas más entrañables, o al menos para pensar en ellas. Probablemente habrás dedicado tus pensamientos hacia lo que te hace especialmente feliz, lo que te hace reír y en los sentimientos más profundos que te han acompañado en los últimos años y también en los últimos días.

Tuve la gran suerte de ser un adolescente interesado por la ciencia, lo que me llevo a leer la teoría de la relatividad de Einstein, os aseguró que lo intenté, pero no conseguí entender sus fórmulas ni sus planteamientos de velocidad y tiempo, por lo que tuve que quedarme con lo que comúnmente se escucha en la calle, "el tiempo es relativo".

La relatividad del tiempo, curioso, pero  ¿que es el tiempo?, al final no deja de ser una unidad de medida inventada por nosotros, que relaciona los movimientos de los astros con la matemática, curiosamente también inventada por nosotros. Con estas premisas casi me atrevería a afirmar que el tiempo, como tal no existe.  Ciertamente, esa es la base de la teoría de la relatividad de Einstein, el tiempo como unidad de media puede variar, ya que no deja de ser una relación entre la velocidad y el espacio.

Dejando al lado el pensamiento científico, entre otras cosas para no marearnos, pensemos únicamente en el concepto del tiempo que conocemos, el que nos hace tomar decisiones cada momento.

Si nos dijeran que nos queda un día de vida, seguramente correríamos para hacer alguna de esas cosas que tenemos pendiente, como dar un abrazo, una muestra de cariño o expresar realmente nuestros sentimientos, seguramente nuestro corazón superaría la razón y no dejaría que nuestro cerebro nos frenara.
Pero, y si fuera una semana, seguramente, haríamos lo mismo.  Sin embargo no sabemos con seguridad si viviremos una semana,  no reaccionamos. No sabemos cuanto tiempo tendremos para realizar nuestros sueños, ni siquiera sabemos lo que es el tiempo y no reaccionamos.

Que diferencia hay entre un día, una semana o un año,
¿un año es mucho?
al final estaremos muy poco tiempo, o quizás mucho, si el tiempo es relativo, que lo es, o no existe como tal, ¿que más da?.

¿Que es presente y que es futuro?
mañana es futuro, dentro de una hora, también, y me atrevería a decir que dentro de un minuto, también, entonces ¿que es presente?,

¿el presente es pasado?   No, pero casi,  y lo que si se puede asegurar, es que en el pasado ya no podrás cumplir tus sueños.

Lo que seguramente os parecerá un enredo de conceptos, a mi me pareció transcendental, suficiente para dar un giro a mis hábitos y dejar de pensar en mi y en las cosas importantes únicamente una o dos veces al año. Desde entonces comencé a pensar profundamente con mayor frecuencia, y ahora sueño constantemente, sueño despierto, vivo con el único propósito de ser feliz.

Una vez te acostumbras a soñar, no puedes esperar, ni un año, ni un mes, ni un día.

No es fácil, y hay que practicar mucho, pero hay que planificar los sueños mientras los haces realidad, soñar mientras amas, reír y llorar constantemente, soñar, soñar y soñar para ser feliz.

No dejes que tu mente te robe ni un minuto de felicidad.



domingo, 24 de enero de 2016

Hoy os quiero contar la característica de los imanes.

De mis primeros recuerdos de niño recuerdo especialmente mi curiosidad por los imanes y el mercurio. A pesar de su toxicidad, era bastante normal aprovechar el mercurio de los termómetros para jugar con aquellas bolitas que se unían y se separaban una y otra vez.
También era bastante común aprovechar cualquier bobina eléctrica inutilizada para jugar con sus imanes. Estos especialmente presentan una de las características más comunes y a la vez más curiosas del universo, la fuerza de atracción y la capacidad de repelerse.
  •  ¿Por que es imposible juntar las partes del imán por unos lados y en cambio se atraen por el otro?
  •  ¿Qué diferencia hay entre un lado y el otro?
Ciertamente, si observas un imán con detenimiento, verás que sus lados no muestran aparentemente diferencias, de hecho no hay nada observable que pueda identificarlos como distintos.
Esa misma teoría la observo desde niño en todas las cosas que me rodean, y hasta ahora todo lo que aparentemente parece prácticamente igual, realmente no lo es.

Constantemente todos percibimos olores, sonidos, imágenes que nos parecen más o menos agradables, que nos atraen,  e igualmente otros impulsos que nos hacen dar un paso atrás, mirar hacia otro lado, o simplemente activar nuestros mecanismos internos para desviarnos hacia aquello que nos encaja, y esto mismo nos ocurre con las personas.

En un mundo inmerso de gente, seguramente encontraremos tanta diferenciación de seres humanos como habitantes hay en el planeta, pero yo quiero centrarme en una sencilla clasificación, igual que en los imanes, dos diferenciados polos, sin flecos, el imán o se atrae o se repele, no hay medias tintas, la realidad es innegable, hay personas que ganan mi admiración y otras que no, personas por las que me siento atraído, especialmente a gusto de compartir mi tiempo y otras que sencillamente no.

Recuerdo cuando era niño y jugábamos a futbol en el colegio, de pequeño ya me gustaba llevar la iniciativa, quizás era un mecanismo de defensa, quizás mis miedos a no ser elegido me llevaba a  animarme a retar a cualquiera de mis compañeros para elegir a los miembros de los equipos. Cuando hacia esos equipos de futbol, nadie entendía porque no elegía primero a los técnicamente mejores y tampoco nadie se explicaba como a veces podíamos ganar si éramos inferiores.
Éramos técnicamente inferiores, pero yo elegía siempre a los que me atraían, a los que ganaban mi admiración por su forma de ser, por su actitud y no por su habilidad futbolística, a los más generosos, a los más ilusionados, a los que sin duda deseaban hacer las cosas bien, a los que sabían que necesitaban al resto de sus compañeros para poder jugar y para los que ganar no era su prioridad, sino que intentarlo y divertirse era más que suficiente.

Con un equipo formado por chicos así, era prácticamente imposible perder.

Ese principio, esa forma de hacer las cosas me ha acompañado toda la vida, me atrae la buena gente, la humildad, las personas con la virtud de la generosidad,  y sobre todo la gente ilusionada, que intentan cada día hacer las cosas de forma correcta, con gran sentido de la responsabilidad y con esa sonrisa en su rostro a pesar de las dificultades, gente simpática y amable con la que me gusta compartir mi tiempo, sencillamente para mejorar aprendiendo de su forma de hacer.

Increíblemente el mundo está lleno de gente maravillosa y de gente que no lo es.

Podemos descubrir infinidad de personas geniales, sencillamente geniales, sin más calificativos, hay suficiente buena gente en este planeta como para compensar sobradamente todas las demás.









lunes, 18 de enero de 2016

hoy os quiero contar algo sobre el azar

Hacia varios días que había comenzado el curso, pero para mi era el primer día de clase, nos acabábamos de trasladar y tuvimos que esperar a que nos asignaran un colegio, todo era nuevo para mi. Había varios sitios libres, no conocía a ninguno de aquellos chicos, ocupé uno de los pupitres de la primera fila, era demasiado pequeño para poder argumentar porque elegí aquel sitio, sin embargo recuerdo que no valoré ninguna otra opción.

Apenas llevábamos dos horas en aquel aula que me parecía enorme cuando el profesor cogió la papelera  y la situó bajo la pizarra, muy cerca de donde yo me encontraba. Repartió hojas de papel  y nos dijo:

"hacer una bola  y lanzar desde vuestro sitio por orden de lista, los diez primeros que encestéis podréis marchar ya al recreo ".

Mis probabilidades de fallar desde aquella distancia eran prácticamente nulas y mi orden en la lista me aseguraba estar entre los elegidos, sin embargo me parecía un poco injusto, pero seguramente me indignaba  menos que a alguno de mis compañeros situados más atrás, y a otros de las filas intermedias situados al final de la lista.
Todos lo pensábamos pero solo él se atrevió a decir lo que era obvio. Justo lo que el profesor esperaba para explicarnos aquella práctica, que no era otra cosa más que una lección de pura filosofía;
"El azar, hijo, el azar siempre influye positivamente. Sánchez tu te crees perjudicado porque estás sentado atrás y de los últimos de la lista,  pero sin embargo tienes opciones, tendrás premio si tus compañeros no aprovechan su oportunidad, siempre que tu seas lo suficientemente habilidoso.
Exactamente eso es lo que hay que hacer siempre en la vida, aprovechar las oportunidades que está nos da y estar preparado para poder aprovecharlas. Hay niños que no pueden venir a este colegio, algunos viven en países donde el hambre provoca que casi todos estén enfermos. Es cierto que los de más atrás lo tenéis más complicado y que los últimos de la lista quizás no lleguéis a intentarlo, pero aún así, lo tenéis mucho más fácil que los de la clase de al lado, que ni siquiera lanzarán, y mucho más que esos niños de otras partes del mundo.
Siempre el azar beneficiará más a unos que a otros, pero a todos vosotros el azar os ha dado la oportunidad de estar aquí, de tener una familia, de poder estudiar, de poder jugar, aprovecharla y dejar de lamentaros por lo que el azar no os ha dado. Y pensar también en lo que no es casualidad, en lo que no es azar sino responsabilidad vuestra,  pensar que aquí delante hay sillas vacías que de haberlas ocupado, hoy os hubieran servido para jugar un rato más, pero también para aprender más cada día aprovechando la oportunidad que el azar os ha dado de estar aquí, en un colegio, sin mojaros cuando llueve, con calefacción cuando hace frio, y comida esperando en casa, recordarlo siempre, vuestros padres no tuvieron esa suerte y otros niños tampoco, algunos no sabrán nunca lo que es un colegio".

Aproveché mi oportunidad y fui uno de los chicos que salió al patio antes de hora aquella mañana y pude hacer mis primeros amigos.

Todo lo que me rodea es mayoritariamente consecuencia del azar, podíamos haber nacido en otro sitio, en otra época. o sencillamente no haber nacido. Es puro azar que conozcamos a las personas que conocemos y no a otras.

Cada día nos cruzamos con cientos de personas a las que probablemente no volveremos a ver, el azar nos las pone delante, nos da la oportunidad de modificar continuamente nuestro camino, pero el mundo es demasiado grande y nuestra vida demasiado corta, no tenemos más opción que interactuar en una diminuta parte de nuestra propia vida, y en lo que depende de nosotros muchas veces no nos atrevemos y otras no estamos preparados.

El azar nos ha colocado aquí y ahora, aquí y ahora, si, no penséis en cuando nacisteis, pensad en hoy, en justo ahora, el azar sigue ahí. Hay muchas cosas que no podemos elegir, que no dependen de nosotros, pero hay otras muchas que sí, y también son infinitas, cada segundo, tenemos la opción de decidir y siempre lo hacemos, aún cuando no hacemos nada, porque esa también es una opción y también es responsabilidad y decisión nuestra.

Podemos dedicar nuestra vida a lamentarnos de nuestra mala suerte, de todo lo que el azar da a otros y no a nosotros, es una opción, pero no es la mía, prefiero quedarme con las oportunidades que continuamente me da el azar,  y aprovecharlas para aprender, para mejorar, para ser más feliz, para hacer nuevos amigos, para reír, para llorar y para compartir.

Recordar siempre, el azar lo decide casi todo, pero tu también.

lunes, 11 de enero de 2016

Hoy os quiero contar, demorar es liderar.



En náutica tienes que ser capaz de corregir continuamente el rumbo en función de los factores exógenos, aquellos que no dependen de ti, pero que están ahí, como la corriente y el viento, solo corrigiendo continuamente el rumbo puedes llegar a buen puerto..

Mi afición por la náutica me llevó a tener que trabajar el concepto de la demora, a actualizar mis conceptos de trigonometría, a saber calcularla y utilizarla para corregir el rumbo.

Pero no solo aprendí a corregir el rumbo para llegar a mis destinos,

Antes de zarpar, tienes  que realizar un check list que no puedes bajo ningún concepto eludir.
En primer lugar se tiene que comprobar que la previsión meteorológica se está cumpliendo, que, viento, marea y temperatura coinciden con la prevista. A partir de ahí se realiza una revisión punto a punto de elementos de seguridad, flotabilidad, electrónica y motorización.
Tu puedes tener muy claro tu destino, tener todo el conocimiento y la pasión necesaria para pasar un buen día en el mar, planificar, organizar y preparar minuciosamente con antelación hasta el más mínimo detalle, sin embargo,
cualquier incidencia por pequeña que sea te debe llevar inmediatamente a la demora de la actividad, por mucho que te duela, por mucho que te apetezca, de momento no navegarás.

Navegando aprendes a tener la capacidad de renunciar al objetivo, es lo que yo llamo saber demorar.

En la facultad la demora que se estudia en derecho hace referencia a la tardanza en el cumplimiento de las obligaciones y coloquialmente se entiende por demorar, dejar para después, retrasar.
La realidad es que cuando en el mar demoras, no retrasas temporalmente, no dejas para después,
tienes que ser consciente que has renunciado.

En el mar, demorar es renunciar, porque aunque inicialmente crees que lo dejas para un mejor momento, ese momento ya pasó.

Fuera del entorno marítimo, la filosofía es exactamente la misma, quizás más difícil de encajar, pero exactamente la misma. Saber demorar es la capacidad de renunciar a tus objetivos.

Durante el transcurso de mi vida he dejado para otro momento muchas cosas, algunas de ellas bastante importantes, a veces por factores exógenos, pero otras muchas por factores endógenos, he renunciado también por el bien de los demás, me he apartado y he cambiado mi rumbo, me he amoldado a las circunstancias, he respirado hondo, me he secado las lágrimas y he continuado avanzando por ese camino que se traza cada día a base de corregir continuamente el rumbo.

En definitiva, el concepto que os he querido transmitir, no es más que una de las atribuciones que aparecen en algunos textos formativos de liderazgo, el saber renunciar a algunas metas para alcanzar otros objetivos y saber cuando hay que renunciar a los objetivos para salvaguardar el cumplimiento de la misión.

Aunque no lideres equipos, no olvides que lideras tu vida, tu marcas tus metas, conoces tus objetivos y que por encima de todo están tus sueños. Debes corregir continuamente el rumbo para no apartarte del camino hacia tus sueños, porque estos cuando se demoran también se pierden, y renunciar a tus sueños es renunciar a tu vida.

Los sueños son demasiado importantes como para dejarlos para otro momento, espero que no tengas que hacerlo.







lunes, 4 de enero de 2016

Hoy os quiero contar como afrontar con éxito un ocho mil

 
Mi curiosidad por la montaña comienza en 1973, cuando un grupo de montañeros al frente de César Pérez de Tudela culmina en los Picos de Europa la hazaña de la escalada al Naranjo de Bulnes.
Ese mismo año, nuestro equipo de futbol se proclamaba campeón y obteníamos uno de esos premios que a mi tanto me gustan, de esos que no se pueden envolver, tres días de convivencia en pleno pirineo, acampada libre en el Solsonés, toda una aventura y sin duda una gran experiencia, donde por la noche quedé sorprendido por la luminosidad de las estrellas y al amanecer por la Pica d'Estats.

La satisfacción que produce el culminar una cumbre, es sencillamente inexplicable.

Sin duda el poder vivir aquella experiencia me ayudó a valorar la proeza de aquel grupo de escaladores, de aquellos aventureros que dedicaban su vida a abrir nuevas vías, alimentados por su pasión hasta llegar a lo más alto, casi para tocar el cielo. Mi admiración por aquel deporte desconocido me hizo interesarme por la expedición española que al año siguiente coronaba el Annapurna y me ayudó a conocer detalles técnicos, y lo más importante descubrí que no había alternativas, tenían que llegar a la cima. De muy pequeño comprendí que la afición por la montaña era una forma de vida, subir una montaña no era solo esfuerzo, dureza, sacrificio, era realmente pasión, y la pasión solo tiene una dirección, y por tanto una sola salida, continuar hasta llegar.
No creo que existan muchas cosas comparables con lo que podían sentir aquellos montañeros al culminar una cumbre de máxima dificultad, o quizás si...

Por supuesto, la emoción de culminar un ocho mil, no creo que pueda definirse con palabras.

Mi admiración por aquellos escaladores y los que vinieron detrás, hasta llegar a Edurne,  me ha servido para descubrir que todos ellos tenían algo en común, la pasión.

Para afrontar un ocho mil hace falta conocimiento del medio, ADN de montañero, talento, persistencia, y sobre todo pasión, mucha pasión.

Los que no somos montañeros sino espectadores, podemos intentar imitar la heroicidad, apoyarnos de las facilidades que la tecnología y la evolución del turismo proporcionan para acercarnos a la cumbre, pero tanto si subimos a la cumbre como si no, habremos fracasado, sencillamente no es nuestra cumbre, no es nuestra pasión, será espectacular, seguro, pero sencillamente espectacular, no más.
No es suficiente con desear subir, o querer subir a las montañas más altas.

Si alguien piensa que puede comparar esa sensación con la que experimenta un montañero que desde niño se acuesta todos los días soñando con la cumbre y se despierta sin salir de su sueño, perfeccionando su técnica, conociendo montañas, realizando crestas, abriendo vías y continuamente soñando con descubrir una nueva, con culminar las cumbres más altas, viviendo la montaña con intensidad, viviendo por y para la montaña, descubriendo la escalada.
Si alguien piensa que subiendo allí tocará el cielo, debería saber que la pasión no se puede imitar, ni se puede comprar.

Está bien marcarse objetivos, ponerse retos para activarse, pero para saborearlo con éxito, sea cual sea, hay un ingrediente que no debe faltar, la pasión. Y la pasión no se genera en cinco minutos, ni tras una charla de motivación, ni viendo un video de máxima audiencia, la pasión se genera a base de consolidar los deseos, día sobre día, año sobre año. Se consolida soñando despierto una y otra vez.
Si tienes pasión por alcanzar un sueño, no dudarás en tener la constancia como primer aliado, la persistencia, el trabajo necesario para perfeccionarte y todo el tiempo del mundo para culminarlo y tocar el cielo.

No subas una montaña porque otros lo hicieron, tu montaña es otra, cierra los ojos, antes o después la veras y antes o después llegarás a ella.

De niño descubrí que yo también podría tocar un día el cielo, pero para ello no necesitaría subir un ocho mil, ni ninguna otra cumbre. Sin duda me gustan las montañas y caminar por las crestas, pero también me gusta saborear las fresas salvajes, bañarme en agua helada, ver saltar las ardillas o contar las estrellas hasta quedarme dormido.

Espero que este post te ayude a saber diferenciar lo que te gusta, de lo que te apasiona, si no lo has descubierto aún, cierra los ojos, y después deja que tu vida sea guiada por tu pasión.